11.12.06

¿Está muerto?


- Así que usted habla francés...
- Por supuesto, et vous monsieur?
- un peu, peu...
- monsieur, vous parlez ou non?
- un peu, un peu...
- alors, monsieur, je vois que vous ne parlez pas du tout le francais, donc je n'ai rien à parler avec vous.
Ese fue uno de los cortos diálogos que entablé con él. A principios de este año, cuando lo conocí.
Pinochet, bastón en mano, cuerpo pesado, cara venosa y mirada obscena, intentando ganarse la simpatía del sexo opuesto. Fui llamada a participar de un peritaje a sus colecciones particulares. Sólo me dieron unos cuantos minutos para aceptar o rechazar. Sin pensarlo dos veces, tuve la oportunidad de encontrarme frente a frente con un pedazo de la historia, un pedazo de mi historia.
Un pedazo de mis dolores.
Es extraño como se dan los momentos más impensados. Cuando las fantasías más atávicas se hacen realidad.
De chica, no eran los cucos de los cuentos, ni el hombre del saco quienes poblaban mis temores más soterrados, mis pesadillas nocturnas.
Era Pinochet quien encarnaba las crueldades más perversas. Cuando una vez vinimos de visita con mi madre a Chile, recuerdo las noches en vela, aferrada entre sus brazos, temiendo la aparición abrupta del dictador en la casa de mi abuela. Lo ví escondido en unos matorrales acechando nuestros pasos; esperándome sombríamente al fondo del pasillo, dispuesto a llevarme, a desaparecerme.
Crecí escuchando relatos adultos, borracheras catárticas y espantosas. Llantos de niños sin padre ni madre. Crecí mirando cómo unos abuelos ordenaban las ropitas de una guagua que nunca llegó. Que desapareció junto a su madre secuestrada. Que no perdieron la esperanza de reencontrarla.
Crecí entre familias que se acurrucaban entre ellas, entre las penas, los desarraigos, y los fantasmas que volvían una y otra vez. Entre maletas que nunca se deshicieron.
Crecí sabiendo que algo me había sido arrebatado.
Y cuando tuve al viejo enfrente. No pude sino reírme en su cara de su patética exhibición viril. Sólo supe que ya no le tenía miedo. Ni a él, ni a sus gurkas devotos. No había miedo. Sólo el deseo recóndito de humillarlo, aunque sólo fuera un poquito. Aunque él no se percatara y me dejara hacer la pega tranquila, como un estorbo más entre los escombros y cajas esparcidos en esa biblioteca interminable. Aunque nunca se dictara sentencia.
Volví a ver esa cara venosa dentro del ataúd. Un paño de vapor envuelve un rostro que no pareciera descansar. Que no descansará. Que sigue vivo en nuestra memoria, en los que ya no están, en esa guagua que nunca llegó. Que sigue vivo cuando mi hija me pregunta quién es él. Un hombre malo. Y al que aún deberemos vencer con justicia y verdad. No está muerto, pero ya no hay miedo.


3.11.06

Inteligencia pura

- ¡Bien Irene! ¡Eres muy inteligente!
-No, no soy inteligente
-y ¿qué eres entonces?
- Una niña normal

Inteligencia pura...

9.8.06

¿Dónde está Muerte, tu victoria?

Por algún motivo que aún no logro descifrar, y como dice Sabina: "no pienso gastarme pasta en un psiquiatra", estoy inscrita en el foro de mis antiguos compañeros del colegio. Ocasionalmente reviso mi cuenta de correo a la que llegan los posts de los que participan activamente. Me entero de nuevos embarazos, encuentros y desencuentros, viajes y llegadas. Hoy, uno de ellos hizo llegar la noticia de que están desmoliendo mi antiguo colegio, seguramente para un proyecto de edificios. Y en su blog, www.pmorrisk.cl, incluye fotos del estado actual de demolición del Latinoamericano de Integración. Nunca he sido hincha de mi colegio. Llegué más vieja, repetí 3º Medio. Nunca me sentí parte del "espíritu latino". Aborrecía -también temía- la crueldad y el sarcasmo de alguno de mis compañeros. Aparte de mi amiga Daniela, no establecí vínculos duraderos con nadie más. No voy a las reuniones de ex-alumnos.
Pero el blog de Pablo me emocionó. Me emocionó su necesidad de recordar. De mantener aún vigente, después de 15 años de nuestro egreso, en un rincón de la memoria, un Latino a la deriva.
En la entrada de mi colegio secuestraron a Manuel Guerrero y a José Manuel Parada, cuya hija estaba en mi curso. En la entrada de mi colegio, hasta el año 2006, se seguía realizando una velatón cada 29 de marzo, en su conmemoración. Recuerdo una de las marchas que solía iniciarse desde el colegio hacia Providencia, cuando con Javiera Parada ideamos un lienzo pintado por los niños de la básica, lleno de colores, con una consigna bíblica: "¿Dónde está Muerte, tu victoria?"...
Hoy volví a leer un bello párrafo de Vila-Matas reivindincando el derecho de los suicidas a ocupar un lugar en la memoria de los vivos, como debiera tenerlo la amante de Modigliani que se mató a los dos días de fallecido el pintor. Vila Matas estuvo en el punto exacto, en una calle de París, donde ella cayó desde un quinto piso. Ninguna placa la recuerda en ese lugar.
¿Recordará una placa el lugar desde dónde fueron secuestrados los degollados?

Números

"Mira mamá. ¡Qué loco! ¡Hay dos!"
Irene apunta hacia dos herramientas para hacer joyas -las dos iguales-, dispuestas sobre la cama.
Chochera de madre: mi hija no solamente repite números, ¡cuenta y categoriza!

Genial.

2.8.06

¡Hace Frío!



- Irene, ¿Por qué no quieres ir al jardín?
- Porque...¡hace fíiiiiio!

- Irene, ¿Por qué le pegaste al papá?
- Porque.... ehh.... ¡hace fíiiiiio!

26.7.06

Hada y Faraona

19.7.06

Especies de espacios


"O bien arraigarse, encontrar o dar forma a las raíces de uno, arrancar al espacio el lugar que será el nuestro, construir, plantar, apropiarse milímetro a milímetro de la propia casa: pertenecer por entero a nuestro pueblo, saber que uno es de la región de Cevennes o de Poitou.
O bien no llevar más que lo puesto, no guardar nada, vivir en un hotel y cambiar a menudo de hotel y de ciudad y de país, hablar, leer indiferentemente cuatro o cinco lenguas; no sentirse en casa en ninguna parte, pero sentirse bien casi en todos los sitios."
Leo este párrafo de Georges Perec en el metro, rumbo al trabajo. Recuerdo el titular de la Tercera de hoy: "Chile hace gesto y acepta debatir tema marítimo con Bolivia en agenda bilateral". Recuerdo más de una conversación con más de un compatriota chileno, liberales en su mayoría, críticos acérrimos de los sistemas desiguales, de las injusticias sociales: "no tenemos por qué ceder un milímetro de lo que es nuestro", "Los tratados limítrofes deben respetarse", "¿Por qué Alemania no reclama entonces su derecho sobre Alsacia y Lorena?"
Recuerdo los mapamundi editados fuera de Chile, revisados y "corregidos" por sus distribuidores nacionales para el uso de los escolares coterráneos.
Me prometo que, una vez instalada en mi escritorio, volveré a escribir en tu blog.... Sobre los límites territoriales...¡Qué temazo Irene!
Voy macerando en el camino la brillante estructura de mi nuevo post bloggero, como cuando antaño me fumaba un pito (sí negrita mía, he fumado hartos pititos. Pero eso es harina de otro costal) y lamentaba no tener un lápiz a mano para poder plasmar semejantes hallazgos intelectuales, los que de vuelta a la lucidez, como la reconversión de la carroza en zapallo, no tenían más peso que cualquier máxima de lugar común, al puro estilo de "el amor es más fuerte".
En fin, sólo alcancé a copiar el párrafo del libro, y ya me vi enfrascada en toda la pega diaria.
Terminando el día, volví a revisar los titulares del diario
"Bachelet: Con Bolivia habrá diálogo, pero se respetan los tratados".

Nuevamente, y no me interesa ahondar en argumentos tecnócratas, vuelvo a pensar en mis coterráneos liberales, en sus razones técnicas y perfectas ecuaciones matemáticas para no revisarningún tratado. Porque "la pelota es mía", porque sí. Porque el ambiguo discurso de mi presi, de abrir diálogos para abrir la llave del gas, pero sin revisar una coma de los tratados limítrofes, aviva el fuego de miles de compatriotas convencidos y adoctrinados con los mapitas corregidos con liquid paper.
Los mismos compatriotas liberales que tratan de cholos flojos a los bolivianos, que incluso dudan de sus capacidades para administrar territorio marítimo "porque han demostrado que no se la pueden", "porque son corruptos", "porque cambian de gobierno como quien cambia de camisa".
Recuerdo mi viaje a Bolivia, en el 97. De Santiago a Arica en bus clásico, con el poto cuadrado de tanto estar sentada, con la bronca hirviendo de tanto escuchar a un papá -compatriota chileno-, amenazando con charchazos a su guagua de dos años, que no paraba de llorar, en un viaje de 30 horas.
Recuerdo en cambio, un viaje en bus por los Yungas bolivianos, atrapados en el camino por un aluvión durante más de 3 días, sin poder avanzar ni retroceder, debido a lo estrecho de la ruta. No recuerdo a ningún padre exasperado por el intermitente llanto de su hijo. Y vaya que habían niños en ese bus. Y gallinas, y olores, y sudores, y meados.
No pretendo hacer ninguna apología del hermano boliviano. Fui recriminada por ser chilena, en otro bus boliviano detenido en medio de un río, mientras los pasajeros iban animando su animadversión hacia nosotros con alcohol de 90 grados.
Fuimos salvados por una anciana que finalizó su discurso de hermandades reclamando que todos debíamos ayudar al maestro (chofer) a empujar el bus, porque de lo contrario terminaríamos ahogados.
Vuelvo al párrafo de Perec, a mis compatriotas liberales, obsesionados por la casa propia, por el auto propio. Que sueñan con vacaciones acumuladas en un lindo laguito del sur, con otras familias liberales amiguis. Que sólo en caso de algún excedente pensarían en ir a otro lugar donde nadie los conozca, donde ellos deban conocer.
Sí, es bronca, porque muchos de ellos siguen siendo y serán mis amigos. Pero Perec lo expresa tan claramente, Irene mía...
Vuelvo a mi exilio y sus secuelas. A la incomodidad que me genera el estar siempre en un mismo lugar, a vivir en la misma casa por más de dos años. A no salir. A no viajar.
Quiero, aunque las deudas y el acostumbramiento nos devoren poco a poco, abrirte otras puertas. Porque no quiero que tengamos la casa propia, quiero que viajemos. Contigo al hombro por calles más sucias y llenas de olores, como dice Perec, siendo extranjera siempre "viajando y perdiendo países, perderlos todos viajando en los trenes iluminados del mundo nocturno"

Se me había olvidado....





















Va Fan Culo Materazzi!

30.5.06

Me gustan los estudiantes


¡Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que viva la astronomía!

¡Que vivan los estudiantes
que rugen como los vientos
cuando les meten al oído
sotanas o regimientos.
Pajarillos libertarios,
igual que los elementos.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los experimentos!

Me gustan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!

Me gustan los estudiantes
porque levantan el pecho
cuando le dicen harina
sabiéndose que es afrecho,
y no hacen el sordomudo
cuando se presenta el hecho.
Caramba y zamba la cosa
¡el código del derecho!

Me gustan los estudiantes
que marchan sobre la ruina.
Con las banderas en alto
va toda la estudiantina:
son químicos y doctores,
cirujanos y dentistas.
Caramba y zamba la cosa
¡vivan los especialistas!

Me gustan los estudiantes
que van al laboratorio,
descubren lo que se esconde
adentro del confesorio.
Ya tienen un gran carrito
que llegó hasta el Purgatorio
Caramba y zamba la cosa
¡los libros explicatorios!

Me gustan los estudiantes
que con muy clara elocuencia
a la bolsa negra sacra
le bajó las indulgencias.
Porque, ¿hasta cuándo nos dura
señores, la penitencia?
Caramba y zamba la cosa
¡Qué viva toda la ciencia!

Violeta Parra (1960-1963)

1.4.06

Cambios



Nuevamente insomne. Cuando vuelvo a trabajar, vuelvo a dormir poco. No tengo sueño. Me enfrasco en resolver imposibles. No llego a nada. Velo tu sueño entre cigarro y cigarro.
Hace una semana, te fracturaste un dedo del pie. Me cuesta, y no quiero imaginar el dolor que sentiste. Lloraste el primer día, y más aún con el doctor que te atendió.
Pero al día siguiente, asimilaste la cojera ante el asombro de tus padres, y ya saltas y bailas. Apoyas el pie de lado. Como si nada te molestara. Te acostumbras fácilmente a las novedades.
Contrariamente a lo que imaginábamos, el cambio a tu pieza (¡por fin!) ha sido tranquilo y sin traumas aparentes. Te gusta estar en tu cama, pedir tus libros favoritos y repetir una y otra vez tus cuentos, acomodada entre mil cojines, con un tete en la boca, y otro rozándote la nariz. Te sabes de memoria los relatos de las historias: pato está sucio, perro tiene sed, Gaby va a la cama, Nina sale a pasear, Federico no presta, y tu favorito "Federico dice No". Huelo cierta empatía perversa entre tú y ese chascón egoista y refunfuñón, cada vez que Federico dice: "¡No y no y no y no!"
Estás aprendiendo a dejar los pañales, te gusta usar calzones, aunque prefieres andar a poto pelado. Nos acampañas cada vez que vamos al baño, y pides sentarte en tu pelela, ritual que siempre acompañas solicitando un libro, o el diario. Y así nos sentamos, frente a frente, yo en el water, tú en la bacinica, cada una con su diario. Cosa chica copiona, te quedas en silencio, sentada hojeando lo que sea: el Clinic, la Nación Domingo, el Glamorama, o los folletos con los productos y precios del supermercado. Te encantan.
Llevas casi un mes de vuelta en el jardín. Celebraste tu cumpleaños con torta de cuchuflis, y te sentaste a la cebecera, feliz con tu plato de ramitas y suflitos. La ceremonia de entrega de regalos te sorprendió estresada, y al tercer compañerito que se te acercó, presente en mano, a darte un beso, le devolviste el paquete por la cabeza, generando el desconcierto total de la muchachada, ansiosa por conocer el contenido de las donaciones.
Hablas cada día más, nos sorprendes con tu cariño. Te gusta pasar el rato con nosotros en la cama y que nos rasquemos la espalda. Nos pides crema y nos haces masajes, interrumpiendo la labor para preguntarnos: "ta bien? gusta?" Nos derrites con tus "te amo", cuando cantas tus canciones favoritas: Feliz Navidad de Feliciano, y la Camisa Negra de Juanes, sin olvidar tus adorados Lazy Town. Te gusta que te contemos el día de tu nacimiento, y saber quiénes te fueron a conocer ese día, incluyendo los perros y gatos de todo el mundo.
Estás increíblemente grande y bonita, entregada al mundo y sus novedades, aprendiendo y registrando todo. Recuerdas secuencias y detalles insólitos. En cambio ayer, tu madre, cada vez más olvidadiza y volada, en vez de pagarle con un billete al taxista, le pasó un cigarrillo.
Mi hermano Toché, de chico, cuando se enojaba con mi mamá, amenazaba con no darle la mano para cruzar la calle cuando fuera vieja...

23.2.06

Buenos Aires, los Trasplantados




Te deshidrataste el primer día. Comprendimos que tu suplemento alimenticio sería una buena dosis diaria de Gatorade.
El viaje, la estadía, fueron intensos.
Juntos los tres, aprendiendo a tratarnos, a reconocernos bajo ese sol infernal.
Caminando por largas horas, descansando a intervalos cortos, y retomando la marcha ansiosa entre librerías, cafés, elefantes y tus queridos gatos del Botánico.
Te rebelaste a ratos. Nosotros también.
Nos acompañamos. Y volvimos a mirarnos. Los tres.
Guardo los mejores momentos, tu asombro ante los animales, tu descanso merecido en la cama del hotel, tu papá contigo en un baño de espumas; tú mostrándole a los gatos tu foto sobre un caballo: "éste, papá... éste, mamá... éste, Iene..."; tu sonrisa satisfecha, al mirarnos, acostados a cada lado tuyo.
Llegaste alegre. Corrías de un rincón a otro del departamento, enérgica.Ávida por contarle a todos tus descubrimientos.
Te hablo del jardín, y me dices "no".
Sólo quieres saber de Pumas y Chitas.



15.2.06

El derecho gatuno


Todo niño tiene derecho a vivir con un gato, en casa o departamento, da lo mismo.
Siempre tuvimos uno, entre conejos, erizos de tierra, pájaros y ratones.
A mis cinco años llegó el primero de nuestra larga lista felina: Sefirín.
Recuerdo mis manos siempre con arañazos, no me importaban si se trataba de jugar con el gato.
Luego vino el Buraco, en honor al juego de cartas brasileiro, que vivió unos meses solamente, seguido de la Pantera, negra, indomable, y poco dada a los afectos. Para calmar sus celos escandalosos y asegurar nuestra permanencia en el edificio, le llevamos al Fan, un gato guatón como Garfield, huésped del casino de mi colegio, que ronroneaba apenas lo tocábamos y que engullía lo que se le pusiera en el plato. Cuando vio a la Pantera entró en un pánico feroz, intentando trepar por las paredes, llorando por noches enteras. Nunca se entendieron, y después de un año, comprendimos que el destino de la Pantera era más misántropo que comunitario.
La dejamos en un bosque y devolvimos al Fan al casino y a sus platazos de tallarines.
Al poco tiempo llegó la Katia, regalo de la enamorada rusa de tu tío Toché. De ahí su nombre. La Katia fue destetada antes de tiempo, por lo que necesitaba siempre acurrucarse junto a un chaleco de lana, y chuparlo como si fuera una teta.
Se quedó con nosotros hasta que volvimos a Chile.
Se quedó con Mejdjouda.
No quise volver a tener más gatos acá.
Pasamos 5 años sin reincidir. Hasta que un día, como la mayoría de las veces, mi papá llegó a casa con una gatita. Le pusimos Yuma, por su lado salvaje y arisco, y para rematar el asunto, al año llegó la Sefa a acompañarla.
Hace diez años murió la Yuma.
Hace un año murió la Sefa.
Los gatos dejan los sillones y alfombras llenos de pelos y meados.
A veces rechazan tus juegos estúpidos y parecieran juzgarte inquisitoriamente con miradas gélidas, forzándote a una retirada humillante cuando quieren estar solos.
El iris de sus ojos varía según su ánimo y luz del día, desde el fino hilo hasta el gran cículo negro que les permite mirar de noche y cazar. Son divertidos y tontos graves.
Son bellos. Son intuitivos y saben acercarse cuando todo va mal.
Son compañeros de lecturas, de tardes de tele, miran contigo por la ventana.
Hay mucho de gatuno en tí Irene, en tu silencio prolongado y sigiloso juego. En tu fobia al agua, y la curiosidad por saber cómo meterte en una caja de cartón.
Te veo sentada en la terraza, mirando por la ventana, con un gato en tus brazos.
Se viene tu cumpleaños, debo convencer a tu padre.


7.2.06

Hiver, Pluviose, Laurier Thym


Trabajando de nuevo, proyectos locos, corriendo de un lado para otro.
Nos hacemos nuestros espacios, nos cedemos la ternura, empezamos a confesarnos, nos contamos el día.
La Katty de vacaciones, te cuida su madre, te entregas con pausas, pero tranquila, intuyes las semejanzas.
Desempolvo libros a diario, escudriño en bibliotecas ajenas, Napoleón y sus generales, Memorias del Conde de Ségur, ¿Será algo de la condesa escritora? coincidencias y regresiones.
L'école des Loisirs, Le petit Nicolás, Le Club des cinq, Le clan des sept, La Comtesse de Ségur, Pif et Hercules, Phantomas, Gargantua et Pantagruel, La chèvre de M. Seguin, les Lettres de mon Moulin...Asterix!
No hay nada como Le Petit Nicolás ¿Existirá en español?

12.1.06

¿De quién es este blog?



Cuando decidí empezarte a escribir, intuía el vaivén entre tú y yo que significaría el relatarte. Lector in Fábula, Irene mía, aparecerás en muchos años más.
Te escribo ahora, me escribo ahora.
Para que un día ocurra tu lectura.
No hago bitácora de tu vida, se me olvidaron las fechas exactas de tu primer diente, de tu primera comida sólida, de tus primeros pasos y palabras.
Tu abuela lleva esos datos, los que ciertamente te harán falta el día que quieras ser madre.
Pero sé que un día quise volver a escribir.
Y tenía que pasar por tus risas y mis mañas, tus descubrimientos, mis pérdidas.
Tú y yo.
Te agradan el silencio y la quieta aprehensión del mundo. Yo no concibo un universo sin el choque y el movimiento acelerado.
Estamos juntas, sin falsos espejismos, en blog contrapunteado.
¿Quién más nos lee? No tengo idea.

11.1.06

Sin pega


Me echaron de la pega. Quería que me echaran. Después de dos meses insoportables, llenos de tensión y de relaciones insufribles con mi jefa, me echaron.
Tengo más tiempo para la Ire, para terminar los libros que alguna vez intenté leer, descansar, pensar en huevás, hacer ejercicios, yoga, pilates, aprender a bordar, tejer, estudiar inglés, terminar el magister...
No sé por dónde empezar.