23.9.05

Viernes 12 AM

Me había prometido no dejar pasar tanto tiempo sin escribirte, y nuevamente la falta de rigor me traiciona.
Me envalentonan el vaso de cerveza y la noche de viernes sin hacer mucho. Tu papá está en el living, confeccionando la carta astral de Belén, la hija de un amigo que acaba de nacer. Me maravilla su pasión, la seriedad y concentración invertidas en ese oficio al que ha dedicado tanto tiempo. Me maravilla esa humildad sincera cuando reconoce que sabe tan poco de astrología, y vuelve una y otra vez a consultar sus libros, con esa científica obsesión que tu madre carece.
Tú duermes, chiquita. Alegre, sana, inteligente y silenciosa. Amante de los animales y del canto. Te gusta sentarte sobre mis rodillas y escuchar música en unos enormes audífonos. Abres los ojos, y con detención, te concentras en la audición, emitiendo de vez en cuando alguna sílaba acorde a las letras de tus canciones favoritas. Y cuando termina un tema, me miras ansiosa y pides "más". Podrías pasar un día completo así, pidiendo más y más.
A veces, te resulta difícil salir al mundo. Te asustan los cambios y las caras nuevas, los sobresaltos. Tú papá, sabiamente sabe cómo llevar tus temores. Yo busco no desesperar en el intento de demostrarte que es mejor confiar de más,que ese riesgo nos hace mejores personas y más felices. Cuesta, hija mía, ponernos de acuerdo tú y yo. Cuesta, pero es bueno saber que a tus 18 meses, somos diferentes y aprendemos a comprendernos.

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