21.12.07

18.12.07

Navidad en el jardin

Lo siento, chochera de madre: bailaste y cantaste como los dioses. "Noche de Paz" "Gingle Bells", moviendo tus brazos al compás de la música, como si dirigieras una orquesta.
Es tu tercera presentación en el jardin Cocobal, y poco queda de esa niñita taimada, asustada ante los aplausos y las ovaciones de los padres presentes. Te concentraste y disfrutaste tu puesta en escena. Niña matea, seria, compenetrada con tu personaje de duende. Qué puedo decirte Irene: ¡me encanta el Cocobal!



3.12.07

¿Por qué Irene?


Me han preguntado por qué te llamas Irene. Hay muchas razones, porque suena suave, dulce, fuerte y brillante a la vez. Porque significas "paz" en griego. Por tu risa, por Caetano, que la grafica tan simple y bellamente. http://www.lastfm.es/music/Caetano+Veloso/_/Irene (aún no sales en Youtube)

Irene

Eu quero ir minha gente
Eu não sou daqui
Eu não tenho nada, nada
Quero ver Irene rir
Quero ver Irene dar sua risada
Irene ri,
Irene ri,
Irene ri
Irene ri,
Irene ri,
Irene ri
Quero ver Irene dar sua risada ...
Quero ver Irene
Quero ver Irene
Quero ver Irene dar sua risada

Caetano Veloso


IRENE RIE

2.12.07

Tocayas: tu tatarabuela Irene Robinson


Las generaciones van y vienen


Irene: un aporte de tu tata Pepe, sobre otro García. Tu tatarabuelo.

"A mi tata Carlos yo no lo conocí. Murió dos años antes de que yo naciera. Había nacido hacia 1860. Era hijo de Manuel García, militar que llegó a ser Comandante en Jefe del Ejército y Ministro de Guerra y Marina (así se llamaba entonces al ministro de defensa) bajo el gobierno de José Joaquín Pérez. Su mamá era doña Manuela Vidaurre, hija también de un militar, Juan Vidaurre-Leal Morla que fue Comandante en Jefe de Marina y Gobernador de Valparaíso en 1859, año en que fue asesinado en la ceremonia del Te Deum del 18 de septiembre en la Iglesia de la Matríz. Te cuento esto para que veas que, al menos por el lado García, venimos de una muy larga tradición militar que en realidad se remonta hasta el S. XVII en Chile. Felizmente, por el lado Gatica, la herencia es mucho más cívica, lo que nos alejó definitivamente de lo militar. Bueno más adelante te seguiré contando acerca del Tata Carlos.
Mis abuelos se casaron alrededor de 1885 y al poco tiempo viajaron hasta Iquique donde Carlos trabajó en las salitreras como empleado administrativo. Esta foto fue tomada allí, aunque el fotógrafo era de Tacna, segíun se puede leer al pie de ella.( no tengo idea quién es el personaje que aparece a la derecha, con bastón). No permanecieron mucho tiempo en el norte y luego nació su primer hijo, mi tío Eugenio (papá de Eugenio García Murillo y abuelo de la Emilia), luego siguieron, Manuel, Carlota (muerta a consecuencias del nacimiento de su segunda hija, mi prima Carlota), Luisa (que sufrió un daño neurológico y un retraso mental severo), Joaquín (el único que siguó la carrera militar), Carlos, Hernán y José Alberto Ricardo, mi papá y tu abuelo."

1.12.07

Siempre tendremos Buenos Aires


¿Tendremos tango?

21.11.07

La Famiglia

Hace un par de meses recibí un llamado de mi tía Carlota, preguntando qué pasaba con mis posts, que desde mi "dedicatoria" a Pinochet, no había vuelto a escribir. Mi tía Carlota es la hermana mayor de mi papá, y prometí que la próxima vez que ingresara a este blog, le dedicaría un post.
"Habla de la familia, cuenta sobre los tatas, de tu abuela naturista, de tu bisabuelo escritor, de tus tatarabuelos generales, de tu tío bisabuelo pintor cuyos cuadros fueron expuestos en el Musée D'Orsay, de la calle Ejército y del porqué de su nombre; cuenta de mi Naná, de la bisabuela Hortensia, del origen bastardo de nuestra nariz, del poema de Neruda dedicado a tu abuela..." Quiso, en fin, pedirme el relato oficial de mi familia, la historia llena de anécdotas hilarantes, de las cataplasmas de barro que mi abuela imponía ante cualquier enfermedad, de los baños de aire que esta vieja loca obligaba a sus hijos, haciéndolos correr en pelotas a las siete de la mañana por el patio de la casa. De cómo un día de exilio en París, 20 años después, un ex vecino chileno de mi tía Carmen la reconoció como una de los miembros de "la casa de los piluchos". Todas esas historias, incluyendo los viajes en taxi de mi abuela desde Santiago al Casino de Viña del Mar, te las iré contando y escribiendo, Irene mía.


Los "mitos historias" de cada familia, nos llenan, nos cargan de identidad, a pesar de la hiperbolización transmitida de boca en boca. Como esa maravillosa película de Tim Burton "El gran Pez", que llega a relativizar tanto el mito como la realidad, y en que solo queda una gran verdad: el amor reciproco entre un hijo incrédulo y un padre moribundo.

Y creo que ese amor por esta gran y loca familia existe, entre Iquique y Paris, pasando por Barcelona y Lo Cañas, Argel y Carlos Antúnez. Y es por eso que me atreví a responderle a mi tía Carlota que todo retrato de familia tiene una contraparte, una contrarelato, lo no contado, lo omitido, lo negado hasta la tumba. Ese es el gran desafío que, sin quererlo, me ha obligado la Carlota.


Y solo puedo empezar este relato de familia desde un núcleo vital: mi Aya, la mama de mi papá y mis tíos. Edita Gavilán nació el 2 de octubre de 1921, cerca de Cauquenes. A los tres años, su madre, que no podía alimentar a tantos hijos la mandó a criar a la casa de unos tíos. A los trece años, su madre, que ya vivía en Santiago trabajando en una casa particular, le consiguió su primer trabajo de nana en la casa de unos primos de mis abuelos. Tres años después llegó a la casa de los García Gatica, mis abuelos recién casados. Ella tenía 16 años.



Mi Aya fue recibiendo en sus brazos a los cuatro hijos que nacieron en esa casa. Los cuidó, los crió, los educó, los quiso. Mi Aya nunca se casó, y nunca me he atrevido a preguntarle por algún amor de hombre en su vida de absoluto desapego. Mi Aya cuidó a mis primos mientras sus padres no podían volver al país. Cuidó a Diego y a Ricardo, antes de irse a Francia. Cuidó a Andrés antes de partir a Alemania. Mi Aya aguantó 5 años de ausencia de mis abuelos, que se fueron a ver a sus hijos en el exilio. Mi Aya nos recibió cada día con una taza de té y pan con palta a la vuelta del colegio. Si nos quedábamos a dormir en su casa, cada mañana nos esperaba un platazo de avena con frutas en la mesa. Se quedó junto a nosotros cuando murieron mis abuelos, y recibió, acogió, nuevas generaciones de hijos y nietos en Carlos Antúnez.
Hace dos meses, mi Aya tuvo un pequeño accidente vascular, el que a sus 86 años pudo superar sin mayores secuelas. Hace dos meses comprendí que mi Aya es el centro de esta familia.


Mi Aya es mi abuela.


Cotita, este post es para ti...

4.11.07

Casi un año


Desde la muerte de Pinocho, desde el silencio y la búsqueda de sentido para este blog.
Escribo a Irene, me escribo a mi, a Cristián. A todos los que dejan, han dejado huellas. A mis amigos, a mis comadres, a mis hermanos y padres.
Irene, se están acabando tus primeros 3 años, y lamento no haberme sentado a mirarte a través de este blog. Estás grande, sensible, justa y honesta. Quieres aprender a escribir, te gusta bailar, vas a clases de ballet, con malla y tutú rosas. Tienes una perra: la Pancha; tu adoración, a quien privilegias ante la posibilidad de un hermano(a). Conoces y defiendes tu mundo, tus seres queridos, tu jardín, tu kathy.
Irene, somos parecidas y tan diferentes, tú tan Copaja, yo tan García. Y me emociona, me asusta esta idea de no tenerte como clon, me desafías a cada rato, con tus preguntas y reacciones. No termino de conocerte. Volveré, menos distraída, seguramente más locuaz.