Cuando decidí empezarte a escribir, intuía el vaivén entre tú y yo que significaría el relatarte. Lector in Fábula, Irene mía, aparecerás en muchos años más.
Te escribo ahora, me escribo ahora.
Para que un día ocurra tu lectura.
No hago bitácora de tu vida, se me olvidaron las fechas exactas de tu primer diente, de tu primera comida sólida, de tus primeros pasos y palabras.
Tu abuela lleva esos datos, los que ciertamente te harán falta el día que quieras ser madre.
Pero sé que un día quise volver a escribir.
Y tenía que pasar por tus risas y mis mañas, tus descubrimientos, mis pérdidas.
Tú y yo.Te escribo ahora, me escribo ahora.
Para que un día ocurra tu lectura.
No hago bitácora de tu vida, se me olvidaron las fechas exactas de tu primer diente, de tu primera comida sólida, de tus primeros pasos y palabras.
Tu abuela lleva esos datos, los que ciertamente te harán falta el día que quieras ser madre.
Pero sé que un día quise volver a escribir.
Y tenía que pasar por tus risas y mis mañas, tus descubrimientos, mis pérdidas.
Te agradan el silencio y la quieta aprehensión del mundo. Yo no concibo un universo sin el choque y el movimiento acelerado.
Estamos juntas, sin falsos espejismos, en blog contrapunteado.
¿Quién más nos lee? No tengo idea.